domingo, 20 de septiembre de 2015

VESTIDO DE NOVIA


VALORACION:
La novela empieza muy bien. Inquietante. Sin contemplaciones. Asistimos a una persona aparentemente normal que tiene problemas con su cordura. El autor nos coloca dentro de los ojos de esa cabeza enloquecida. Sophie es una canguro que al despertar observa cómo el crío al que cuida ha sido estrangulado con los cordones de sus propios zapatos. La puerta de la casa está cerrada por dentro. Hay una víctima y una culpable: ella. Se da a la fuga y, a su alrededor, siguen apareciendo muertos. Busca una madriguera y se esconde. Esta primera parte es casi impecable en cuanto a recursos y objetivos. El vértigo de la locura, cuando subvierte lo cotidiano hasta hacerlo inaprensible.
Pero a partir de la segunda parte se han acabado casi todas las buenas noticias. Es como si el Lemaitre novelista, al concluir esta primera parte, haya decidido, satisfecho, irse a la cama y quien se levanta de la siesta es el Lemaitre guionista de series de televisión para domingos por la tarde en Antena 3. Porque la segunda parte es larga, lenta, inverosímil con tópico serial killer obsesivo de manual freudiano en fascículos coleccionable. Un CSI Burdeos desde el punto de vista del pirado, un Norman Bates encontrado en un Todo por un euro. Lo que explica tiene un cómo increíble aunque el qué puede ser goloso —alguien trata de enloquecer a la víctima de su venganza a base de fármacos, cambios constantes y demás fruslerías—. Lamaitre es aquí un autor con la espalda quemada por Thierry Jonquet, pero no resiste comparación con él, como tampoco con el suspense hitchcockiano al que parece querer acercarse, homenajear o vete a saber qué. Hay disfraces, algunos giros solventes, y un desenlace predecible, claro, pero además excesivamente atolondrado, ridículo más que patético con la ristra de ajos de rigor: abuelos en Dachau, madre desequilibrada, campiña francés, padre fetén, polis incompetentes, sillas de ruedas por escaleras, malo reprimido e impotente e historiales psiquiátricos en cajas de cartón.

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