El sonido perdido de un
claxon me despierta de golpe, abro los ojos y lo primero que veo es
una señora bajándose de un taxi ayudada por su bastón de madera
de roble con empuñadura de marfil.
Poco a poco vuelvo a la
realidad, esta puta realidad que me rodea con sus grandes brazos de
cristales rotos que se clavan en mi espalda, en esa espalda llena de
culpabilidad que cargo cada dia.
Recojo las cuatro cosas
que forman parte de mi vida, mis cartones, mi viejo cojín de color
grana y mi carro repleto de cosas que jamas iba a pensar que me iban
a ayudar en una de las cientos de vidas que disfruta una persona como
yo, una persona enganchada a la droga y al alcohol.
Son las nueve de la
mañana y tengo por delante todo el día para seguir preguntándome
como he llegado a esta situación y que es lo que he echo mal en
estos cuarenta y cinco años. Supongo que mi forma de ser y de pensar
me ha ayudado bastante, el decir lo que pienso sin pensar lo que
digo, el ser lo suficientemente egoísta para no tener miedo a la
soledad a echo convertirme en lo que soy , un verdadero payaso con
la sonrisa tatuada ahogada en cualquier barra de bar, ahogada como
los trozos de vida que tengo desperdigados por los bolsillos de mi
gabardina que también ha sufrido el duro y rápido paso del tiempo.
A duras penas he podido
bajarme del taxi si no es con la ayuda inestimable de ese dichoso
bastón que me recuerda la figura del bastardo con el que estuve
casada más de cuarenta años.
Hoy tengo visita con el
tipo del banco, no se como quiere que le diga que soy la única
heredera de toda la riqueza que mi difunto marido consiguió de la
forma más ruin que una persona pueda conseguir, robando, mintiendo y
pasando por encima de todo lo que se le ponía por delante.
Ahora el niñato este me
quiere convencer para que no saque la pasta para irme a Mónaco a
vivir y fundirme la pasta en joyas, casinos y tíos que den alegría
a este viejo y vivido cuerpo.
La gente se queda mirando
y se pregunta como una vieja de casi ochenta y dos años viste de
Prada, tiene el pelo teñido de azul y se deja ver del brazo de
chicos con edad de aquellos nietos que nunca tuvo por el cruel
destino que se cruzó en su camino. Por todo lo que he conseguido en
mi vida he llegado un punto que soy sincera conmigo misma, no soy
feliz, no lo fui ni creo que para lo que me queda de vida nunca lo
seré. ¿Y porque no lo fui? Porque no estuve en el tiempo ni en el
lugar oportuno.
La frenada de un coche
hace que mi pensamiento desaparezca de mi mente tal y como vino , sin
hacer ruido y sin avisar. Al volante, la cara de un joven con la cara
desencajada pero con unos ojos llenos de vida , vida que a mi se me
consume a pasos agigantados. De pronto veo asomarse entre medio
del reposa cabezas un dulce rostro pidiéndome perdón con la mirada
repleta de miedos, ignoro lo que ha estado a punto de suceder y
continuo con mi lenta peregrinación a través del interminable paso
de cebra.
Eduardo casi atropella a
la anciana, entiendo que esté nervioso por ser padre, pero le he
dicho que me encuentro bien, que no hace falta que corra, solo he
dilatado dos centímetros y esto va para largo. Nunca debimos ser
padres, el esta emocionado y con ganas, pero yo creo que ha venido en
el peor momento, los accidentes se pagan, y lo de Saray lo ha sido.
Llevo tiempo dándole vueltas a la cabeza, quiero dejar a Eduardo y
no se como, una cosa me ha llevado a otra y ahora me encuentro en el
asiento trasero de un coche que todavía no he terminado de pagar y
siendo la madre de una niña que va a truncar mi ascenso meteórico
en el Buffet de abogados de mi padre. Ademas desde que sabemos que
vamos a ser padres nuestras vidas cambiaron, sobre todo la mía,
ahora me siento mas agobiada y todo el día observada y juzgada con
lo que debo o no debo hacer o comer, como si la gente no tuviera
suficiente con su propia vida y tuviera que asomarse por la mía.
Maria esta muy rara, ella
me dice que es del embarazo , que tiene las hormonas disparadas, pero
yo noto que ya no siente nada por mi y que esta a mi lado por pena,
la veo triste y me da la sensación de que no sabe como decirme que
ya no me quiere. A veces por las noches cuando no puedo dormir me
asomo a la ventana y me gusta mirar las pequeñas luces que parpadean
en el cielo, nunca quise vivir al lado del aeropuerto pero Maria
necesitaba estar al lado de su trabajo, y todos sabemos que su
trabajo es lo primero y ahora yo me encuentro en el ultimo lugar de
la lista de sus deseos. Solo pienso en Saray , la pobre, tiene que
ser muy fuerte porque va a tener una vida muy dura con la madre que
le va a tocar, me siento solo, me siento triste , siento que ya no me
siento a su lado.
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