Hoy voy a ir a trabajar
al Banco Central, no me apetece andar mucho, además allí hay una
señora con el pelo azul que cada vez que me ve arrodillado en el
suelo de la entrada del banco me da cinco euros y con eso ya me apaño
un par de días.
Cuando nuestras vidas se
cruzan mi días se convierten en Domingo, mi paella en Hamburguesa de
un euro, mi botella de Cava en vino de mesa y mi brazo gitano en
algún cigarrillo suelto que me vende Camilo, el señor que trabaja
en el Estanco. Yo también lo tenia todo, un trabajo, una mujer y un
hijo. Una tarde de duro trabajo una de las puertas de mi cerebro me
la dejé abierta, la consecuencia de esa dejadez fueron cinco puntos
en la ceja de mi responsable de sección, un despido procedente, una
denuncia por parte del agredido, los papeles del divorcio de mi mujer
porque ya no me aguantaba y el seguir la vida de mi hijo desde la
distancia, escondido entre los arboles del colegio y los bancos del
parque ,bancos donde quizás algún día dará su primer beso con
sabor a chicle de menta y regaliz.
Voy a entrar al banco y
me encuentro otra vez allí sentado a ese pobre diablo, como siempre
le dejo cinco euros, por lo menos que el día se le haga mucho más
fácil. Muchas veces tengo ganas de pararme y preguntarle que es lo
que sabe hacer y darle algún trabajo en casa , pero entre las
prisas y el cabreo permanente que me dejó mi marido no he encontrado
el momento para hacerlo.
Al cabo de un rato salgo
del banco con ganas de suicidarme, estoy cansado de estos niñatos
recién salidos de la carrera que ven en mi a vieja pirada con medio
cuerpo metido en el hoyo. Mañana me cojo un vuelo a Mónaco y me
dejaré morir entre la infelicidad de estar enamorada toda la vida de
un hombre que nunca puede decirle lo que sentía por el que dirían
nuestras familias. En cambio la vida me regaló una cadena perpetua
con un ser vomitivo y altivo, prepotente y egoísta que su corazón
se paró mucho mas tarde de lo que su alma se merecía. Abro la gran
puerta corredera que me separa de la calle y me quedo mirando al
señor del cojín negro, abro el bolso y le dejo caer un cheque al
portador de los intereses que me rentaron el capital de una de las
empresas de mi marido, que diablos, a mi no me va dar tiempo a
gastarlo y no tengo familia a quien dejárselo.
Una vez recuperado del
susto decidimos parar a tomar el aire, pongo las luces de emergencia
y aparco en la esquina del Banco Central. María sale del coche
cansada y a la vez decida, se acerca a mi, me coge de la mano y me
dice lo que yo ya sabia, que no estaba enamorada de mi y que ella no
se puede hacer cargo de Saray que yo siempre he querido ser padre y
que no me va a pedir nada, sólo quiere seguir con su trabajo y que
yo me haga cargo de la niña. Me quedo en shock y mi cuerpo responde
con un abrazo, un abrazo frio e inexplicable., hace tanto tiempo que
nuestros cuerpos no se rozan...empiezo a llorar....
Ya no aguanto más o se
lo digo ahora o reviento, me siento muy mal por decírselo en este
momento tan importante de su vida. Una vez soltada la primera
parrafada lo difícil ya ha pasado, el me mira con los ojos llenos de
lágrimas y me abraza, no hace falta las palabras , solo hay que
afrontar las cosas como vengan, porque hagamos lo que hagamos nuestro
Destino ya está escrito y tenemos que hacer lo que tenemos que hacer
sin pensar en el miedo que podamos sentir a quedarnos solos.
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